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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Obama, al contraataque

El presidente de EE UU retoma la reforma migratoria en alas de su recobrada popularidad

Tras la captura y muerte de Bin Laden, Obama ha retomado la iniciativa política y recuperado la agenda reformista con la que llegó a la Casa Blanca. Utilizando el nuevo margen de confianza que le ofrecen las encuestas, el martes se desplazó a El Paso, en la frontera con México, una de las zonas del país con mayor presión migratoria. Allí habló abiertamente de la necesidad de reformar las leyes que afectan a la inmigración y regularizar a los extranjeros que residen clandestinamente en Estados Unidos, la mayoría de ellos de origen hispano. De prosperar, la medida afectaría a unos 11 millones de personas.

Se trata del segundo intento de Obama por sacar adelante una iniciativa incluida en su programa de candidato; el primero tuvo lugar poco después de su victoria, y no prosperó pese a que los demócratas disponían de la mayoría en el Congreso. No es el caso en estos momentos, por lo que es posible que la reforma migratoria vuelva a embarrancar. Pero Obama necesitaba conectar con esa parte sustancial de su electorado que constituyen los hispanos. La iniciativa, con todo, no obedece a un simple cálculo electoral.

Según las encuestas, los estadounidenses parecen ahora más sensibles a la reforma que la primera vez que lo intentó Obama. Como en otras ocasiones trascendentales, el presidente se esforzó en El Paso por presentar la regularización de extranjeros, no como una intempestiva novedad, sino como una prolongación de la mejor tradición de su país. Se refirió a Estados Unidos como una nación de inmigrantes y subrayó la importancia de incorporarlos como ciudadanos para que, al igual que en el pasado, puedan desarrollar sus capacidades en condiciones óptimas.

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La reforma migratoria que ha retomado Obama contrasta con la contrarreforma que, tras la iniciativa de Berlusconi y Sarkozy a raíz de la crisis desencadenada por la llegada a Lampedusa de desplazados de Libia, anunció ayer el Gobierno conservador de Dinamarca, tras alcanzar un acuerdo con la ultraderecha. Es la primera vez que un socio europeo suspende de manera unilateral el Tratado de Schengen, y todo hace presagiar que no será la última.

Obama no se plegó al ala más radical de los republicanos. El Gobierno danés, al igual que otros europeos, lo están haciendo con la ultraderecha. El tiempo dirá qué estrategia se revela más eficaz para combatir las crecientes pulsiones populistas y xenófobas.

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